¡Hola a todos! Aquí Rogelio, de vuelta en esta travesía que comparto con ustedes hasta llegar al diagnóstico final de ELA.
Bueno, parece que por fin el destino estaba de mi lado. Después de algunos intentos, finalmente conseguí la cita con el neurocirujano que había mencionado en el capítulo anterior. Todo gracias a la ayuda de mi cuñado el Dr. Iván, quien siempre está dispuesto a echarme una mano.
El día de la cita llegó, y aunque estaba un poco nervioso, me dirigí al consultorio con esperanza en el corazón y determinación en la mente. El doctor fue muy amable y me examinó minuciosamente, aunque para mí, la rutina de revisión ya era bastante conocida.
Después de la consulta, el doctor sugirió que me realizara un examen llamado electromiografía. Para aquellos que no están familiarizados, este examen implica agujas y electricidad, así que ya pueden imaginar mi intriga y nerviosismo.
Conseguí la cita para el examen y, ansioso, fui a enfrentarlo unas semanas después. Fue un proceso largo, tres horas para ser exactos, y Otavio estuvo conmigo en todo momento, brindándome su apoyo incondicional.
El examen en sí fue todo un espectáculo: agujas, corrientes eléctricas y hasta una aguja en la lengua, que aunque no dolió, definitivamente fue incómoda. Afortunadamente, la doctora a cargo fue muy amable y durante el proceso compartimos anécdotas sobre nuestras gatas, lo cual ayudó a aligerar la tensión.
Después de un par de semanas de espera, finalmente obtuve los resultados y los recibí por correo electrónico. Pero, para mi sorpresa, lo que llegó a mi bandeja de entrada fue un montón de cuadros con gráficas que parecían más un rompecabezas que un informe médico. Intenté interpretar esas líneas y números, pero rápidamente me di cuenta de que necesitaría un doctorado en matemáticas para entenderlo. Para empeorar las cosas, las conclusiones escritas por la doctora parecían haber sido sacadas de un libro de enigmas. Luego me dirigí al neurocirujano para interpretar los resultados que yo no entendía, y la travesía continúa…
Antes de concluir, creo importante explicar qué es exactamente una electromiografía. Este examen, también conocido como EMG, es una prueba médica que evalúa la salud y el funcionamiento de los músculos y las células nerviosas que los controlan. Durante el procedimiento, se insertan agujas delgadas en los músculos para registrar la actividad eléctrica producida cuando los músculos están en reposo y en movimiento. Esto proporciona información crucial sobre la salud del sistema nervioso periférico y ayuda a diagnosticar una variedad de trastornos neuromusculares, incluida la ELA. Aunque puede resultar un tanto incómodo, es una herramienta invaluable en el proceso de diagnóstico y tratamiento de enfermedades como la ELA.
Recuerden siempre, la vida nos presenta desafíos inesperados, pero con determinación y el apoyo adecuado, podemos superarlos. ¡Nos vemos en el próximo capítulo de «Estoy Vivo para Contarlo»!
Totalmente de acuerdo! Juntos podemos superar cualquier desafío que se nos presente amigo!!
Uf! La ansiedad esperando el resultado de los exámenes. En las clínicas te dicen «los resultados estarán disponibles dentro de 5 días hábiles…» Y si hay feriado o te los tomaste en jueves es laaaaaaarga la espera jaja.