¡Hola a todos! Soy Rogelio, y seguimos este camino juntos hacia el diagnóstico de la ELA. Hoy les compartiré un nuevo capítulo en mi travesía, lleno de giros inesperados y esperanza renovada.
Todo comenzó con la sugerencia de mi cuñado, quien me recomendó a una Doctora especializada en tratamientos de punción seca. Con una mezcla de nerviosismo y esperanza, me dirigí a la cita, con la mente abierta a cualquier posibilidad.
La Doctora con su calidez y empatía, me recibió en su consultorio y escuchó atentamente mis preocupaciones. Le expliqué el constante hormigueo en mi pierna y las dificultades para caminar que lo acompañaban. Con manos expertas y palabras de aliento, inició el tratamiento, ofreciéndome un rayo de esperanza en medio de la incertidumbre.
La punción seca es un procedimiento terapéutico que implica la inserción de una aguja estéril en puntos específicos del músculo afectado, con el objetivo de aliviar la tensión y reducir el dolor. Es comúnmente utilizado en el tratamiento de lesiones musculares y trastornos del movimiento, incluso entre atletas de alto rendimiento.
Durante la sesión, la Doctora me explicó que este tipo de tratamientos suelen dividirse en dos sesiones debido a su intensidad. Sin embargo, motivado por el deseo de completar el proceso y avanzar hacia la recuperación, opté por continuar a pesar del dolor. Cada aguja que penetraba en mi cuerpo era como si me estuvieran rompiendo algo, una sensación de dolor que desafiaba mi resistencia.
Al concluir, la Doctora me recomendó ejercicios de estiramiento, lo que se ha convertido en mi día a día, y me brindó consejos para complementar el tratamiento. Al abandonar su consultorio, sentí una renovada sensación de esperanza y determinación, listo para enfrentar lo que viniera a continuación.
Cuando llegué a casa, la felicidad me invadió. A pesar de las molestias, me sentía libre. Bailé y me moví con una ligereza inusual. Aunque mi pierna aún se sentía como una plancha de cemento, cada paso era un recordatorio de mi fuerza interior y mi capacidad para superar los desafíos que la vida me presenta.
Sin embargo, al despertar al día siguiente, la realidad volvió a golpearme y comprendí que mi búsqueda aún no había llegado a su fin. Ahora, guiado por la esperanza y la determinación, me preparo para consultar a otro neurocirujano, con la esperanza de encontrar respuestas que iluminen mi camino.
Los próximos pasos de mi viaje los compartiré aquí, en «Estoy vivo para contarlo». En cada palabra, en cada suspiro, encontrarán la fuerza y la esperanza que me sostienen en medio de la tormenta, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, la luz puede brillar.
¡Gracias por acompañarme en este viaje! Nos vemos en el próximo capítulo.
¡Qué episodio tan genial! Prepárate para disfrutar de muchos más momentos de felicidad.
La vida está llena de rayos de luz, que nos motivan a seguir. Por más oscuro que sea nuestro día, siempre encontraremos ese rayo que nos dá la esperanza para seguir.
Me encanta leerte porque me inyectas energía y me transmites optimismo, gracias Rogelio por compartirnos tus experiencias.
¡Deseo mucha luz para tu vida!