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DIAS DIFICILES ANTES DEL DIAGNOSTICO

En este capítulo de mi blog Estoy Vivo para Contarlo, quiero compartir un poco de cómo me sentía emocionalmente durante todo el proceso de mi diagnóstico de ELA. Fue un periodo extremadamente difícil, lleno de altos y bajos emocionales. Mi nivel de ansiedad y estrés estaba por las nubes, y a menudo me sentía perdido, tratando de dar lo mejor de mí, aunque me veía físicamente deteriorado. A pesar de todo, nunca dejé de ejercitarme, convencido de que me ayudaría a sobrellevar la situación, aunque lo hacía de manera más moderada.

Una parte importante de mi proceso fue el apoyo de mi sobrina Lilia, quien es quiropráctica. Ella me brindó un seguimiento constante y genuino, y sus recomendaciones fueron de gran ayuda. Entre ellas, me sugirió iniciar Yoga Regenerativa con Karolina, lo cual ha sido esencial para manejar mi estrés y mejorar mi movilidad.

Además, asistí a sesiones de psicología y biodescodificación que me recomendaron, mi autoestima estaba por el suelo. A menudo lloraba y me sentía derrotado cada vez que tropezaba o tenía dificultades para caminar. Era un momento muy oscuro para mí, al punto de no querer salir ni hacer nada. Sin embargo, siempre conté con el apoyo constante de mis amigos, quienes me visitaban en casa, me llevaban comida, veíamos películas juntos, y así pasábamos tiempo. Ese apoyo fue vital durante esos días tan difíciles.

La fe ha sido un pilar en mi vida. Asistía por las mañanas a la iglesia del Santuario con mi hermano Rodolfo y, cuando podía, visitaba a mi querido San Pancracio en la iglesia de La Merced, acompañando siempre de mi amiga Liz. El apoyo de mis compañeros de trabajo también fue clave; todos estaban ahí para ayudarme, alentándome a tomarme el tiempo necesario para seguir adelante.

Las fasciculaciones fueron una constante durante todo este proceso, generándome mucha inseguridad y dificultando mi avance. Así como mencioné en otros capítulos del blog, siempre andaba con jackets de jeans para disimularlas. Pero, a pesar de todo, el apoyo familiar, de amigos, y el acompañamiento de profesionales como Lilia y Karolina hicieron que estos momentos fueran más llevaderos.

Quiero cerrar este capítulo con un mensaje que siempre comparto en mis redes: es vital empoderarse, conocer la enfermedad y buscar información relevante. Aunque el camino sea difícil, es importante aceptar que la vida continúa, y que debemos afrontar los retos con la mejor actitud posible. Las cosas pasan por algo, y la fe es una herramienta poderosa para seguir adelante.

Pendientes al próximo capítulo, donde continuaré contando cómo fue el proceso del diagnóstico y los siguientes pasos en mi camino.

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